Objetofilia: “Mamá, papá estoy enamorado de una cosa"

Por: Olivia Guzón

Publicado en Estilo de Vida el Lunes 03 Septiembre 2018, 11:58 Pm

La objetofilia empieza a ser considerada una forma de orientación sexual por muchos, pues cada vez son más los casos no sólo de atracción sexual por objetos sino de historias de amor por ellos. El término fue acuñado por Eija-Riitta Berliner-Mauer, una mujer sueca que aseguró hasta el día de su muerte, en 2015, estar enamorada del Muro de Berlín con el cual contrajo matrimonio a fines de la década de los 70.

Mientras que para muchos puede parecer un trastorno mental, para otros es el camino a la felicidad, ya que se trata de personas que llegan a enamorarse por un objeto bajo la creencia de que éste tiene alma, sentimientos y la inteligencia suficiente para comunicarse.

“Prácticamente cada ‘uno’ y cada ‘cosa’ pueden ser amados. El amor no tiene reglas que se apliquen a ‘quién’ o a ‘qué’ expresamos esta emoción multifacética, siempre que no cause ninguna violación o daño a nadie”, dice la página Objectum-Sexuality Internacionale, un movimiento que busca dar a entender los deseos de esta comunidad no como una adicción u obsesión sino como una orientación sexual.

“Nos encantan los objetos en un nivel superior y, para muchos de nosotros, de una manera íntima. Este sentimiento es innato que despierta como otras sexualidades al comienzo de la pubertad”, explica la página.

Su fundadora, Erika Labrie es probablemente el caso más famoso de objetofilia. Mejor conocida como Erika Eiffel, tras casarse en el 2007 y cambiarse el nombre para llevar el apellido de su pareja de más 10 años, la Torre Eiffel (sí, el mundialmente reconocido monumento parisino), se convirtió en la protagonista del documental “Married to the Eiffel Tower”, que da voz a la comunidad de objetofilos.

El documental pretendía evidenciar que aunque se cree que la objetofilia es un trastorno mental, usualmente relacionado con estrés post traumático, no existen evidencias al respecto. Sin embargo, aunque Erika asegura que se dio cuenta de su orientación en la adolescencia cuando empezó sentir atracción y amor por un puente, la ex militar de la Fuerza Aérea estadounidense fue asaltada sexualmente y tras defenderse con una espada japonesa inició su primera relación sentimental con ese mismo objeto. Años después, llegó a convertirse en campeona de arco y también desarrolló una relación con él, de hecho lo llamaba “Lance”.

Tristemente para Erika, su relación con la Torre Eiffel se vino abajo en el 2015 y se separó oficialmente del monumento.

“La amo (a la Torre Eiffel). Sé que la gente no lo entiende, pero la amo y amo lo que ella representa para mí”, señaló la señora Eiffel en una entrevista al canal TLC. Tras un breve temblor de mentón, agregó: “Y he llegado a la conclusión de que a veces, (este amor) no está destinado a ser. Tengo que dejarla ir”.

Otro caso muy sonado es el de Amanda Whittaker, quien de acuerdo con el periódico británico The Daily Mail tras haber tenido un apasionado romance con una batería en su adolescencia ahora mantiene una relación a larga distancia con la Estatua de la Libertad, por lo que su casa se encuentran repleta de artículos de colección con la imagen y figura del famoso monumento neoyorkino.

Si bien los casos más famosos de objetofilia tienen como objeto del afecto a un edificio o monumento, existen algunos casos en los que se tratan de objetos comunes, como autos, juegos de video, muñecas y almohadas. Este último es el caso del coreano Lee Jin-Gyu., quien se enamoró de su dakimakura, una almohada de gran tamaño, muy popular en Japón, en la que mandó a imprimir la imagen de Fate Testarossa, su personaje favorito de una serie de animé. Su amor fue tan grande, que en 2010 se casó oficialmente con ella.

Como todo ser humano, el enamoramiento suele ir de la mano de atracción sexual, y los objetofilos no son la excepción. Ellos aseguran tener relaciones sexuales con sus parejas objeto, aunque los pormenores y detalles de cómo es eso posible siguen sin ser aclarados. En el 2008, el inglés Edward Smith, quien es considerado como mecafilo, una rama de la objetofilia que consiste en la atracción sexual hacia máquinas, admitió haber tenido relaciones sexuales con más de mil automóviles, aunque finalmente parece haber sentado cabeza con su novia de varios años, un vocho blanco Volkswagen llamado Vainilla.

Fetiche, trastorno mental o simplemente amor… ¿tú qué opinas? ¿Será que el amor en verdad no tiene límites?

La Urbe

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